domingo, 17 de noviembre de 2013

Hielo.

Después de todo este tiempo me ha quedado clara una cosa, puedes tenerlo todo, amigos, buenas notas, una familia feliz, pero si sientes que tienes a nadie a tu lado te va a dar igual todo. Yo siempre fui de las que pensaba que eso de "salud, dinero o amor" la mejor era el dinero. La verdad que nunca fui muy sentimental, era bastante fría, la vida a veces requiere que seamos así, pero en algún momento de este año...me deshelé. Ahora mismo no puedo juzgar si es bueno o por el contrario es un error, demasiado precipitado. Por ahora lo único que sé es que no se puede vivir solo. Puedes necesitar tus momentos de soledad pero cuando estás tumbado en tu cama, repasas tu vida y te das cuenta de que nada realmente te importa tanto, en ese momento lo que más duele es la ausencia de alguien a tu lado. Ese vacío que nadie llena, ese vacío que se hace cada día más grande, que te come por dentro buscando su salida al exterior. En ese momento lo único que quieres es un abrazo que dure eternamente y te de esa sensación de calidez necesaria para volver a poner ese corazón congelado tuyo en marcha. Porque lo está, está paralizado. Está frío. Y a veces sientes que puede volver a funcionar, pequeñas acciones que parecen mantas cubriéndolo pero de repente llega el gélido viento y las tira todas. Ese viento se te mete por dentro, alcanza todos y cada uno de los rincones de ti, buscando esas pequeñas partes de ti aún con vida, con esperanza, con ganas de vivir. Las busca incesantemente y las enfría hasta que no son nada. Y aquí te encuentras tu. En una gran habitación blanca, techos gigantes y paredes blancas sin nada, y en una esquina tú. Sin nada ya, esperando solamente. Porque aunque seas una chica de hielo sigues deseando que el sol te deshaga. Los días pasan y a cada día parece caer un grado el termómetro, bajando a bajo cero. Oyes el tictac del tiempo pasando, del tiempo perdido. Oyes una burlona voz diciendo que malgastas tu vida así, incluso se ríe porque ella no es como tú. Nadie es como tú. Ellos son felices. Tu les odias, te llenas de odio por ellos pero más te odias a ti. Les envidias, oh como les envidias. La codicia de eso que no tienes te ciega. Rabia también sientes. Desesperación por no poder nacer nada. Frustración por no conseguir salir de la habitación. Culpabilidad. ¿Por que a mi? Te preguntas. ¿Cual es mi error? ¿Que hice mal?. Soledad y más soledad. Una tristeza que te agujerea por dentro. Y al fondo del todo...esperanza. Esperanza de que alguien llegará y te sacará, que volverás a ser quien eras. Has llegado a la conclusión de que tu sola ya no puedes salir de ahí, ni lo sigues intentando. Las últimas fuerzas que te quedan las usas para mantener los ojos abiertos, fijos en la puerta, esperando un sonido que indique que viene. Que viene el. Que viene el amor. Porque si, es lo único que se necesita. Amor por quien sea, pero amor puro y brillante, una amor que salpique las incoloras paredes de esta tumba de frialdad, que te llene por dentro y te avive por fuera. Es tan poderoso. Nacemos por amor y morimos por amor también. Desconozco si hay algún dios ahí arriba, pero mi dios es el amor. Es exactamente como una llama. Pero ojo, que las llamas queman. Y acabas quemándote de malos amores. Una quemadura no es importante, pero cuando ardes cada día...hay un punto del que ya no puedes regresar. Necesitas a alguien que te cure y te haga volver a nacer de nuevo. No hay nada peor que una muerte del alma, una muerte del cuerpo no significa nada. Pero estar muerto por dentro...poco remedio hay. También es verdad que nacemos solos y moriremos solos pero ello no significa que el recorrido entre ambos lo debamos hacer en soledad. Y puedes creer que estás bien solo, que no necesitas a nadie, pero esa es la mayor mentira que te has dicho jamás. Mueres por sentir el calor de su mano en tu mano. Por el abrazo de un amigo cuando más lo necesitas. Por esa mirada que te entiende y te ayuda. Si que es verdad que en el camino de la vida nos tropezamos y que debemos levantarnos solos, pero llegan esos momentos en los que estás exhausto, cansado y harto de seguir caminando. Solo quieres parar. Quedarte donde te has caído y no moverte jamás. Con tus últimas fuerzas te intentas levantar pero es en vano, no puedes, solo no puedes. Y entonces alzas la vista, ves manos, muchas manos que ofrecen ayudarte. Buscas una en específico pero no la encuentras, la quieres pero no está. Te desesperas. Olvidas todas estas otras manos que deseaban levantarte y te centras en el hueco que deja la que desapareció. No quieres levantarte ya. Total. Pero debes hacerlo, sigue buscando manos, una será la tuya y esa mano te va a levantar, te va coger y te va apretar con fuerza, te ayudará a seguir adelante. Quizá esto no sea para siempre, simplemente una mano que te apoya cuando lo necesitas o puede que esté siempre ahí. Quien sabe, la vida es escurridiza y jamás podrás pillarla. Solo hay que tener en cuenta que a veces está bien ser débil y necesitar ayuda. Está bien admitir que necesitas sentirte amado, querido. Está bien dar pena, gritar al mundo que quieres que esa persona te quiera a ti y a nadie más. Está bien llorar. Está bien querer estar solo. Está bien alejarse de todos un tiempo y volver con las cosas claras. Está bien dejar que los demás se encarguen de todo a veces mientras tu te recuperas. Está bien decir lo que sientes y está bien admitir verdades. Está bien y lo deberíamos hacer cuando lo necesitaremos. Pero nos creemos invencibles y claro, no podemos permitir que nos vean con las murallas bajadas, es impensable. Pues mi proposición es esa, de vez en cuando...seamos así. Un poco más como niños, que siempre dicen la verdad, dicen lo que necesitan, no les importa lo que los demás piensen. Y del mismo modo estaría bien decirles a los demás que les queremos. No hay nada mejor que un abrazo salido de la nada. Una mirada comprensiva. Un 'te echo de menos' o un 'aún te quiero'. Un regalo inesperado o un beso. Dejemos de ser fríos y ajenos, aunque se que es difícil pero todos necesitamos amor y sentirnos queridos. Y la otra persona se sentirá como en el cielo. Así quizás todos seamos un poquito más felices y nuestra vida más fácil. Es mi consejo. El consejo de una chica de hielo que busca como salir de su castillo congelado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario