domingo, 17 de noviembre de 2013

Abre los ojos.

Me como demasiado el coco pensando. Es como una enfermedad ¿sabéis? Como el alcohol al borracho, fiel amigo que siempre acompaña, nunca de deja, nunca te suelta justo como si su vida dependiera de ello. Y lo hace, lo hace. Todos somos en cierto modo perros que persiguen su propia cola, nos tropezamos con las piedras que ponemos en el camino. Muchas veces ni siquiera son piedras reales, son piedras que parece que están ahí pero en realidad no son nada. Otras veces nos quedamos mirando a las piedras como si fueran insalvables montañas que se elevan hasta donde ya no existe nada. Y no lo son, no lo son. La mayoría de veces no nos damos cuenta que somos más grandes que los problemas que vemos pero que nos dejamos aplastar por ellos, no vemos nuestra capacidad cegados por una miserable roca del tamaño de un guisante. Posiblemente no me creáis, y posiblemente algunos de enfaden porqué parece que quito importancia a lo malo. Y así es. Se que hay palabras, gestos, miradas, susurros, hechos, caras y adioses que te marcan de por vida aunque hayan durado diez segundos, pero ahora dime, ¿vas a dejar que diez segundos te estropeen el día, la semana, el año e incluso la vida? No contestes, sé que dirás que no solo ha sido una vez, que es a diario o que fue peor. Lo sé, créeme que lo sé porque lo he vivido pero mira, pasados esos diez segundos todo queda en tus manos. Eres tú el que decide, es difícil, casi imposible dejar de prestar atención a las cosas que nos duelen. Es justo como un moratón, ¿a que lo tocas una y otra vez aunque te hace daño? ¿por qué? Consideralo, piénsalo, ¿hay razón lógica? Parece lo haberla. Es algo demasiado curioso pero lo hacemos una y otra vez, pensamos en lo que nos hace daño y dejamos que poco a poco vaya definiendo quien somos en lugar de quitarle el lápiz y empezar a escribir nosotros. O mejor aún, borrarlo. Es lápiz se borra. Es lápiz, puedes escribir encima. Es lápiz, puedes romper la hoja.
No eres lo que te dijeron, ni lo que hicieron, ni lo que fuiste, ni siquiera eres quien crees ser, eres quien serás. Día a día vas creando una definición de ti, puedes elegir que la vea todo el mundo o por el contrario ocultarla. Cuando nos pasa algo malo es como si nos quedáramos encerrados en esa burbuja del tiempo reviviendo el episodio una y otra vez, pesadillas por la noche, pesadillas por el día, recuerdos que atacan también al mediodía. Están en todas partes porque quieres que estén ahí. Si. Ya sé. Lo sé. Es difícil. Recuerda 'been there done that'.
Todos hemos pasado por eso quieras que no, y no podemos comparar lo que pasó porque somos diferentes y no soportamos igual. La gente que menos ha sufrido es la gente que menos ha vivido. Imagina vivir toda tu vida encerrado en una casa, con todas las comodidades y lujos. ¿perfecto, no? En absoluto, nadie seria capaz. Porque a todos en el fondo nos gusta sufrir un poquito, es como un recordatorio 'hey, sigues vivo', porque todo son opuestos en esto y si no existe uno no existe el otro. Para soñar antes tienes que haber tenido pesadillas, para sonreír tienes que haber llorado, para amar tienes que haber sido amado y dejado de amar y para vivir...para vivir hace falta que mueras un poquito.
Nacemos ciegos y pretendemos ver. Craso error. Realmente el único momento que vemos es ese segundo antes de dejar de vivir, ese momento en el que te das cuenta de todo, ahi y no antes, verás.
Haz que merezca la pena y no te arrepientas de los errores.
Suerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario